1° libro

Hoy me encontré con el búho que no sabía ulular. Sentí mucha nostalgia cuando lo vi.

Recordé cuando me sentaba en la sala de la casa, sobre la alfombra, muy frustrada porque yo no quería leer. Para ese entonces leer me parecía el mayor castigo de todos. Recuerdo que marcaba las páginas que leía, le ponía un número a cada una a medida que las leía.

Me dieron un libro azul, con un dibujo de un hubo en la portada.

-Lo recomendó las psicóloga-, dijo mi mamá.

Para ese entonces la psicóloga era como una segunda casa. Gracias mami, por siempre priorizar mi salud mental. Creo que jamás te lo he dicho, gracias.

Leía esas páginas de agonía pura, pobre búho, había sido expulsado de su hogar por no poder hacer lo que se suponía que debían hacer. Se nace búho, se es búho. No hay más.

Recuerdo leer esas páginas sin entender nada. Yo solo sufría por el pobre bebé. Tenía un día de nacido y ya había sido expulsado de su hogar. Yo, con tanta angustia, no podía comprometerme con semejante historia. Me angustiaba la sensación de abandono, también el rechazo por no poder cumplir los cometidos.

Al final, el búho entiende que ser él es lo correcto. Termina con un pato que también fue expulsado de su hogar y juntos se van a ser felices.

Ese fue mi primera experiencia con un libro completo. Ahí comenzó todo. No fue un clásico, no fue el gran libro. Fue un búho que no sabía ulular.

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