Pensar en ti

Yo pienso demasiado en ti. No son cosas buenas, pero lo hago.

Cada vez menos, pero estás.

No pienso en tu cara, porque jamás la vi, pero recuerdo tu voz, tu ira, tus palabras.

Cuando llegas, te instalas por mucho tiempo y nublas mi paz.

Te repito, cada vez menos.

En terapia me han enseñado a quitarte poder, pero pienso en ti y en las mil veces que me han dicho que lo supere.

¿Cómo te supero?

¿Cómo supero tu voz?

¿Cómo supero tus palabras?

¿Tiempo?

Me ha tomado tiempo.

Ya no me duele pensarte; llegas, te instalas y yo recuento en mi mente lo que vivimos.

Es extraño pensar tanto en un desconocido. Un desconocido que por suerte no tiene rostro. Es extraño recordar tu voz.

Sí, debería olvidarla. También me han dicho que te perdone, pero yo cierro los ojos y no siento nada. Hace tiempo pensé que lo había hecho, pero creo que me engañé. Estaba tratando de dejarte ir y quería soltarte porque pensar en ti era aterrador.

¿Miedo? No, ya no tengo tanto miedo de pensar en ti. Ya tampoco revivo el momento para que cambie.

Me desvelé noches enteras pensando en todo lo que hubiese pasado si yo no te habría conocido.

¿Sería más feliz?

¿Tendría menos miedo?

¿Habría sufrido menos?

No lo sabré jamás porque te conocí. Me crucé en tu camino.

Supe algo de ti y no sentí nada. ¿Debería alegrarme?

La verdad, sigo sin sentir alegría. Eso no me devuelve nada.

En fin, sigo sin agradecerte por darme una oportunidad, la verdad, no creo que sea necesario.

Creo que era lo mínimo que podías hacer por mí, al menos, después de tanto.

Ha pasado mucho tiempo y yo aún te sigo escribiendo, espero dejarlo de hacer algún día, pero por ahora es la forma en la que he conseguido de canalizar el miedo.

Ahora no quiero olvidarte, ya no hay pena dentro de mí; quiero escribirte tanto que llegue el momento que no tenga nada para decirte.

Por ahora esto llega hasta aquí, espero que tú alma esté perturbada, no por venganza, sino por justicia.

Deja un comentario