No llegaste a mi vida, yo llegue a la tuya y ahí me quedé.
Siempre esperaba verte, te extrañaba en las noches; tenía miedo de dormir, pero tú siempre llegabas y nunca querías alejarte de mí.
Me defendiste como a nada en el mundo, luchaste por mí.
Cuando me sentí perdida me encontraste. Fuiste tú quien me arropó cuando me sentía sola e indefensa.
Me llenaste las mañanas de pan dulce, las tardes de puré de plátano y la vida de amor.
Me dejaste un pedacito de ti y por siempre serás mi estela de luz.
Te amo, aunque no lo grite.
Mis ganas me las diste tú, mi sonrisa en los tiempos oscuros lleva tu nombre.
Gracias por ti, por mí y por todo lo que soy ahora. ¡Te amo!
Puedes volar cuando quieras, aquí estaré bien, siempre estaremos juntas.
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Serás la historia más bonita de amor siempre.
Te despertaba todos las mañanas agarrando el rosario, batiendo ollas y montando almuerzo.
Me regañabas porque no era sino hasta las 10 de la mañana que yo levantaba ojo para verte trastear.
Llegaba Virgilio con sus empanadas de carne mechada y su periódico bajo el brazo.
Los tres nos sentamos en el porche bajo las tapas del techo caliente a tomar café y echar cuento.
A las 12 en punto se come, a las 3 rezamos rosario. Mientras tanto se ve la novela. Cerrando un ojo y con el otro mirando.
Así te viví, así te vivimos todos. •••• Te recuerdo Aura, te recuerdo mucho.
Te amo mucho mi Estela, dónde sea que estés.

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