Son las 3 de la mañana, no tenía sueño y decidí levantarme. Sentí esa sensación que me ha levantado muchas veces. Desesperación, ansiedad, fastidio; no lo sé, pero a veces siento que el tiempo libre y yo no nos llevamos bien.
Tomé las tijeras que están detrás de la puerta del baño y comencé a cortar pelo. A las 3 de la mañana una no tiene miedo de cortarse el pelo. Tengo semanas diciendo que iré a la peluquería a cortármelo, pero nada es tan bueno como una crisis existencial a las tres de la mañana.
Cortar y cortar. No lo pienses y corta. No te detengas y corta. Me sentí tan bien.
Recordé una tarde que iba en el carro del Sr. Mago con su esposa. Les pedí que me dejaran en Lago Mall porque iba a la peluquería. Ella preguntó al aire el por qué las mujeres iban a cambiarse tanto el look en la peluquería. Él respondió que la mayoría de mujeres iban para sentir que su vida cambiaba en algo. Ella se sonrió y dijo que ella no era así.
Yo estaba sentada atrás, me sentí una más del montón ¿bobo?, sí. Era una de esas mujeres que cuando no se sentía bien iba y se cambiaba el color, pero mi problema no era con el color ni exponer la formula que me hacía sentir invencible, mi problema era con ser parte del montón porque que feo ser mujer, que feo ser igual al resto.
Después de ahí, cada vez que me levantaba a las tres de la mañana, sentía desespero y me cortaba el pelo, me acordaba de las palabras del Sr. Mago «todas las mujeres», lo llevaba a cuestas. Porque que feo ser igual al resto.
Hoy cuando me corté el pelo, sonreí al acordarme de esto. Me siento diferente, ya no lo llevo a cuestas. Ser mujer jamás me había gustado tanto como ahora.
Esta noche, a las 3 de la mañana le corté las ramitas a mi planta. Quizás lo necesite para florecer y que lindo es no sentirse sola en la madrugada, porque sé que al otro lado, en algún lugar del mundo hay una mujer, que al igual que yo, está podando su planta.
Te envío un abrazo querida.

